himno de pasto

Himno de pasto 
Bravo pueblo de invicta coraza
luz interna de pétreo fanal
el ciclópeo fortín de la raza
se hace escudo en tu diestra triunfal.

Cuatro siglos de greda y de gloria
hierro y bronce torturan su sien
en un mármol perenne, la historia
talla el Santo, y el héroe también.

El acero y la fe del hispano
se confunden en vivo crisol
y fecundan el surco y el grano
bajo el beso aborigen del sol.

La nutricia lección de las venas
en la sangre da forma a la ley:
en la forja imperial las cadenas
pesan menos si el pueblo es el rey.

El castillo se aduerme en el valle
lo vigila un rampante león,
que su cólera augusta no estalle,
como fiera se agita el pendón...

En la noche de ignoto sendero
sus bajeles orienta la luz.
Se eterniza en la selva un Lucero
con sus brazos abiertos en cruz.

En la hoguera de trágico rito,
donde vibran tormenta y clarín,
majestuosa se yergue en granito
la desnuda altivez de Agustín.

Junto al cráter el prócer un día,
sella pactos con la inmensidad:
contra toda quietud rebeldía;
contra toda opresión, libertad.

Santifica su entraña el abismo
con el cardo del mártir... después
se destaca un feral cataclismo
al empuje viril de la mies.

Pasa el cóndor, olímpico alarde
Magnifica al insomne adalid.
Un blasón abroquela esa tarde:
la nobleza se mide en la lid.

Roto el cetro, la abrupta frontera
hunde en Pasto su firme sillar.
Cuando piafa el corcel de Barrera
Hay un grito en la cumbre: ¡Triunfar!

¡Pueblo grande! tu herencia de lauros
Ya retoña en esteva y laúd
tras el trote de viejos centauros
brota el tronco de añeja virtud.

En el libro, en el ara, en el arte,
se troquela tu homérica faz:
En el limo del áureo baluarte
melifica la vid de la paz...

Vencedor del ayer prepotente,
hoy cultivas tus sueños, feliz.
El volcán enguirnalda tu frente
con claveles y rosas de Atríz.

Millonaria de dones tu casta
va dejando las huellas en pos.
Triple símbolo fulge en el asta:
una Patria, un destino y un Dios.

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